21 mar 2023

La idea fija que tengo

 Hoy ocupé tu taburete de la terraza,
con un rosal marchito,
por la idea fija que tengo,
de que no volverás a fumar sentada en él.



16 feb 2023

Tu cara al verlas

Recuerdo que una vez te compré mandarinas, y al final no viniste.
Fue un gesto tonto, infantil. Demasiado pequeño para significar algo,
y aún así fui a comprarlas, las metí en la bolsa y pensé en la cara que pondrías cuando te las diera.
Fue un gesto tímido, algo estúpido. Demasiado pequeño para que significara nada.

Pero al final no viniste.

Recuerdo cuando me dijiste que no vendrías, y cómo miré las mandarinas encima de la mesa de la cocina.
Pensé en que no vería pronto tu sonrisa en la cara al verlas. Pensé que igual nunca la habrías puesto. Era un gesto tan tonto, infantil, tan pequeño que seguramente no significaría nada.

Recuerdo cuando pensé que ya no quería esas mandarinas en mi casa, juzgándome. Y aunque traté de comer una me supo mal. Era dulce y aún así se me amargaba en la boca quemándome la garganta.
Reconozco que las tiré, aunque si me bebí el vino que tenía guardado para tu visita.

Recuerdo que las mandarinas me miraban desde la bolsa de la basura y yo las miraba a ellas.
Fue un gesto imbécil, un gesto tremendo, infantil y que no podía significar nada.

Recuerdo que apuré la botella de vino y solo pude pensar,
en la siguiente vez que tuviera que comprarte mandarinas para poder ver la cara que pondrás al verlas.



14 nov 2022

Un faro en un campo de brezo

Navego de nuevo perdido y busco
la luz que me lleve de nuevo a casa,
Estrella polar que tintinea indicándome el norte.
Un faro en un campo de brezo.

Sobrevivo a las olas, no sé cómo
y tu luz no se aprecia entre la niebla:
Tu luz sigue, pero no me dejas verla.

Marinero borracho, arrío las velas,
nadie me observa mientras te busco,
si lloro, el mar lo borra,
cuando grito solo el eco me escucha.
Sigues brillando, faro, pero ya no es el mismo color.

Y echo de menos, claro, cuando tu luz me calentaba,
cuando no había un hueco en mi barco para la oscuridad,
esos días en los que me buscabas (ahora huyes),
las noches en las que llegar a puerto no me costaba.

Ahora me pierdo (solo me queda la deriva) en el mar,
ahora busco la montaña de la que procedes y aún no conozco,
ahora echo el ancla y espero. ¿Y si nunca volveré a verte,  faro?
Ahora pienso en el campo de brezos en los que creciste y pienso,
ahora, y solo a ratos,
si no debo buscar otra luz, otro puerto.

Quizás te apagaste para mi y mi barco,
quizás buscarte de nuevo es locura,
me acuerdo de ti cuando fuera está nublado y llueve.
Quizás hundirme no sea tan malo, quizás.
Quizás, y solo quizás, no tener tu luz me haga ver las estrellas.

Pero algo dentro me dice que busque,
un faro en un campo de brezos.
Algo me dice que no sé tanto como pienso,
y que el vino no es buen compañero de navío.

Pero algo en el faro me dice no vengas (ya no)
Algo en el faro me dice que las rocas me despedazarán,
y aunque ya me avisaste de todo esto,
necesito volver al puerto, nuestro puerto.

Donde no tengo que esperar a ver un faro en un campo de brezos.





27 oct 2022

Algo en el naranja me dice que no hemos terminado

Me acuerdo de ti mientras me echo el primer cigarro de la mañana. El sol calienta mi cara mientras miro todos esos colores sobre el trigo. Algo en el naranja me dice que no hemos terminado. Miro como el sol sube y anuncia al mundo que toca trabajar, pero a mí me dice que amanezco solo, y algo en el rojo me dice que puede que tú no. Cada trago de café me despierta un poco más y me lanza a una mañana que no quiero tener: Quizás tumbarme en la cama, leer un buen libro o verte reír podría animarme un poco más. Algo en el amarillo me dice que tú estás igual. Mientras me visto, apuro el café, me ato los cordones y lio el segundo cigarro de la mañana, quiero tener tú compañía, tu conversación y tu voz andando por casa; Algo en el naranja me dice que no. Mientras me siento y enciendo el tercer cigarro de la mañana te veo sentada ahí, donde nunca has estado (y quizás nunca estés), y te veo feliz, echando el humo de tu cigarro que quizás es el mío. Pero algo en el rojo me dice que ya es tarde.

Camino a media mañana por las calles y mientras fumo el cuarto cigarro, (¿o es el quinto?), algo en el amarillo me dice que me rinda, y es que no quiero, ¿estarás bien?

Mientras camino del trabajo me paro y pienso, mientras apago el siguiente cigarro del día, que posiblemente hoy tampoco sepa nada de ti, ni tú de mí, y se me antoja un día más triste, aunque algo en el naranja, el rojo y el amarillo me dicen que mañana quizás si. Mañana, quizás si.