29 mar 2017

Las cunetas gritan lo que los sordos callan.

Nací en una sociedad
en la que convivo
con gente vacía de alma
y llena de polvo,
que odia al diferente
y desea serlo al mismo tiempo.
Una sociedad cada vez
más estúpida, ególatra y muerta.

Pero yo veo esperanza
en un caminar dados de la mano,
en el reír, beber con compañeros
y morir con camaradas.
Un puño cerrado contra
la mandíbula del sucio corrupto,
pólvora que marca un camino
cerrado por barricadas y libertad.

Golpeo badajos que
me suenan a puño en alto y fusil.
Cuando traen banderas negras
y cabalgan los estudiantes,
buscamos un sueño tan vivo,
que los corazones muertos
jamas querrán entender.

Entierren dientes de poeta,
que son semillas fuertes.
Griten ¡viva la muerte!
en la universidad de Unamuno,
que mañana vendrá el saber.
Corrompan la Plaza del pueblo.
Encierren al pastor de la cebolla.
Sepan, malditos fascistas
que la historia nos absolverá.


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