- ¿Cómo sabré que estarás bien? -preguntó él, inquieto y confuso-.
- Mira todos los días, a las 12 de la noche, las estrellas -respondió convencida de lo que estaba diciendo-.
- Ahora ya podré observarte sin que me mires. Pero recuerda, si eres capaz de alcanzar y tocar las estrellas, debes ser capaz también de no desordenarlas.
- Porque el orden es bueno pero yo puedo llegar a ser aún mejor, puesto que en ese "orden" estoy y puedo dejar de estar -espetó ella tajantemente-.
- Je, seguramente y no lo dudo. Deduzco que sólo en un inalterado firmamento conoceré de ti, a saber: tu existencia y emociones.
Pasaron 12 años desde que nuestro protagonista se despidió de su amiga, cuando una noche juró haber visto estrellas donde no debía de haberlas -estaban en el suelo- y en un acto de desesperación corrió por las calles gritando:
Un día serás capaz
de llegar a las estrellas,
si tus sueños desordenan
lo estrechado por azar.
Ese día dejarás
en vano arrepentimiento,
mostrándose desde el cielo
a las estrellas finar:
ni responden cómo estás
pues cayeron en el suelo.
Nunca volvió a saber nada más de ella, nunca. Las promesas también son efímeras.
19 feb 2013
11 feb 2013
Sin tí.
No se pudo quedar,
no la pude obligar.
Y no pude dormir.
Y me costo respirar.
No me pude ir,
Y me odié por ello.
Su ausencia,
es más grande que su estancia.
La manta,
se me hace eterna sin ti.
no la pude obligar.
Y no pude dormir.
Y me costo respirar.
No me pude ir,
Y me odié por ello.
Su ausencia,
es más grande que su estancia.
La manta,
se me hace eterna sin ti.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)