22 feb 2017

Tu beso fue mi plaga.

Señales de Dios cuando no manda plagas,
ni muerte para todos los primogénitos,
cuando el único deseo es el de matar estirpes.

Nada abriga los brazos al rodear,
una mujer de pelo color tormenta,
pero el calor del pecho es suficiente.
Aún siendo aire en su libre tempestad,
galopo todos los átomos de su espalda,
en besos, caricias, arañazos y mordiscos.

Así soy siempre tuyo.


7 feb 2017

Su cabellera para mis enredos.

Todas las cosas necesitan un pasado del que correr,
un aplauso que lo despierte de un trasnoche.
Yo que prefiero ser negado a corrupto y oxidado.

Pero decídselo a ella.

Cuando necesita huir desde mi cama sin moverse,
por si vuelvo siguiendo su camino de adoquines,
y encuentro las sábanas frías e inertes sin ella.

Rogádselo a los charcos.

Que se sequen y nos arrastremos para siempre,
hasta ser lodo denso y atrapemos los pies
de viajeros con botas y exilio.

Pero dejadme su pelo.

Para poder esconderme cuando lo necesite,
tener excusa para enredarme siempre los dedos.
Perderme y que solo me pueda encontrar ella.

A poder ser, enterradme en su melena.





3 feb 2017

Encuadres de señora y platino

Determinemos lo que debe nacer,
entre dos chispas quebradas que se miran.
Juntemos las teorías que dicen que debo ser
nacido a mata caballo un mediodía caluroso
de un cuarto mes nada preparado para verme.

Una trotada nada fructífera que viene hacia mí,
con la noticia de que un viento mal soplado me persigue,
unos trastes de unos tonos demasiado dulces,
que te mienten y apalean los adoquines del frío.
Una decisión que no merece ser tomada.

Siendo claros me persigo por el bordillo,
pronto pero nunca temprano amanece la luna,
brillan los adoquines de tu camino a la orilla.
Parten las ramas un llanto que cruje y desgarra,
el alma de los que buscan un hogar al cobijo de la tierra.


2 feb 2017

Disparos en la Plaza

He oído disparos cerca de la plaza,
hay sangre derramada en la arena,
donde antes había reses y campo
ahora hay una fogata.
Creo que están quemando cuerpos
y su llanto de sus vasos se derrama
y un eco sordo alcanza los rincones
de mi madrugada.
Creo que esa gente viene huyendo
aunque en las manos llevan armas
vecinos aseguran que hay revuelta
en Salamanca.

Que la guerra no se alargue.
¡Ay, vecina!
Enterradme si me matan
a la sombra de mi encina.

He oído disparos cerca de la plaza
y mi yerno ha cogido su escopeta,
cinco hombres le están esperando
en la entrada.
Se han llevado a mi hija detenida,
su marido en el suelo se desangra
los dos infantes han sido recogidos
por la Guardia.
Fueron deshojados cuatro pétalos,
cuatro velas iluminan nuestra casa
talla cuatro nombres el carpintero
por la mañana.

Flotan cuerpos en el Tormes.
¡Ay, vecina!
Enterradme si me muero en
alguna de sus orillas.

He oído disparos cerca de la plaza
las prisiones se llenan de personas
las personas que se niegan a ceder
son ejecutadas.
Mirad al niño que va por las calles
y si le preguntan aparta la mirada
y cuando nadie le mira él destroza
cristales y ventanas.
Ahora que está todo muy callado,
ahora que redoblan las campanas
dicen que la guerra ha empezado
en Granada.

El agua se está tiñendo.
¡Ay, vecina!
Cuidado si al río bajas
o si cruzas esa esquina.

He oído disparos cerca de la plaza
tanta la gente desaparecida y una
cruz en memoria de las personas
asesinadas.
Cerca del pueblo hay tres iglesias
y hay cinco misas por la mañana,
los feligreses llevan a las familias
unos oro y otros plata.
Un ermitaño pasea por el pueblo
y pidiendo limosna por las casas
sordo de nacimiento él advierte
que llegan doce plagas.

Que el entierro no demore.
¡Ay, vecina!
He venido para irme
pues no me quedo a la misa.