29 mar 2017

Las cunetas gritan lo que los sordos callan.

Nací en una sociedad
en la que convivo
con gente vacía de alma
y llena de polvo,
que odia al diferente
y desea serlo al mismo tiempo.
Una sociedad cada vez
más estúpida, ególatra y muerta.

Pero yo veo esperanza
en un caminar dados de la mano,
en el reír, beber con compañeros
y morir con camaradas.
Un puño cerrado contra
la mandíbula del sucio corrupto,
pólvora que marca un camino
cerrado por barricadas y libertad.

Golpeo badajos que
me suenan a puño en alto y fusil.
Cuando traen banderas negras
y cabalgan los estudiantes,
buscamos un sueño tan vivo,
que los corazones muertos
jamas querrán entender.

Entierren dientes de poeta,
que son semillas fuertes.
Griten ¡viva la muerte!
en la universidad de Unamuno,
que mañana vendrá el saber.
Corrompan la Plaza del pueblo.
Encierren al pastor de la cebolla.
Sepan, malditos fascistas
que la historia nos absolverá.


27 mar 2017

Leyendas de las cosas rotas.

Hubiera sido la más grande
de las historias,
de haberse escrito
con las manos adecuadas,
hubiera nacido,
crecido y muerto entre reyes.

Podría haber sido recordada
como poesía y poeta.
Pero la decadencia
con unos brillos grises,
trajo una muerte,
pastillas para dormir y una pistola.

Unas gotas de agua,
un carro y fuertes pisadas:
Al caminar entre bosques,
recuerdo tus brazos
y se me parten los míos,
al intentar recoger del suelo
trece amapolas rojas.



2 mar 2017

Un olor a café antes de dormir.

Dos cucharadas de nervios,
echo al café nada amargo.
Soplo antes del primer sorbo,
pero le doy dos tragos.

A un sueño que aún no ha dormido,
contigo un paseo de la mano,
un arañazo largo en la espalda,
arrancado entre gritos y muelles.

El café lo tomo solo y sin azúcar,
como los verdaderos Buendía.
Solo espero no terminar atado,
loco, al árbol de mi jardín.

Rellena mi taza, por favor,
que hoy me quedo a dormir.

Levanta la cabeza y duerme.
Pon tu cabeza en mi pecho.

No pongas ninguna alarma hoy.

John Neeman