Este es un suicidio del que no quiero formar parte,
así que cántame
una de aquellas canciones tuyas,
donde terminamos dormidos, y el sol nos encuentra,
o de esas otras,
con mis letras y tu voz.
Tu voz...
Que no imagino un honor más grande para mis palabras,
que salgan de ti.
De ti...
Pero si me permites hacerte una petición,
cántame otra canción nueva,
y yo me tumbo, a oscuras.
Una en la que volvamos a vernos,
pronto, en tu puerta.
Una en la que expirar no sea solo
la mitad de respirar tu aire.
Una feliz, con tus eses que tanto me gustan,
con un tres por tres a la guitarra,
aunque no pueda seguir tus acordes
ni tu ritmo
ni tu tono
te juro que por dentro la cantaré,
aún sin aire.
Lo haré con las tripas,
el diafragma
y mis dedos,
juro que entonare mis pestañas,
afinaré mis pupilas,
y hasta mis pies bailarán al ritmo.
Cántame, de como debiste avisarme,
de no mirarte fijamente a los ojos,
o de hacerlo, conociendo el riesgo
de quedarme atrapado en ellos.
Cántame, no puedo dormir,
y no hay ningún sitio
a donde pueda ir.
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