16 feb 2023

Tu cara al verlas

Recuerdo que una vez te compré mandarinas, y al final no viniste.
Fue un gesto tonto, infantil. Demasiado pequeño para significar algo,
y aún así fui a comprarlas, las metí en la bolsa y pensé en la cara que pondrías cuando te las diera.
Fue un gesto tímido, algo estúpido. Demasiado pequeño para que significara nada.

Pero al final no viniste.

Recuerdo cuando me dijiste que no vendrías, y cómo miré las mandarinas encima de la mesa de la cocina.
Pensé en que no vería pronto tu sonrisa en la cara al verlas. Pensé que igual nunca la habrías puesto. Era un gesto tan tonto, infantil, tan pequeño que seguramente no significaría nada.

Recuerdo cuando pensé que ya no quería esas mandarinas en mi casa, juzgándome. Y aunque traté de comer una me supo mal. Era dulce y aún así se me amargaba en la boca quemándome la garganta.
Reconozco que las tiré, aunque si me bebí el vino que tenía guardado para tu visita.

Recuerdo que las mandarinas me miraban desde la bolsa de la basura y yo las miraba a ellas.
Fue un gesto imbécil, un gesto tremendo, infantil y que no podía significar nada.

Recuerdo que apuré la botella de vino y solo pude pensar,
en la siguiente vez que tuviera que comprarte mandarinas para poder ver la cara que pondrás al verlas.



No hay comentarios:

Publicar un comentario