17 ene 2018

Vuelos mecidos por el viento más cabrón

Siempre me sorprendo alzando un vuelo que termina en picado,
un quiebro que me trae de vuelta, me hace marchar más lejos.
Colgajos lastimeros me recuerdan que soy molino y piedra
de algún cruce de direcciones, una parada solicitada antes de tiempo,
una cabeza colgando de una pica.

A veces me sorprendo rompiéndome las alas contra tu roca,
tener excusa para no volver a echar un vuelo incierto,
esa excusa que no necesito para rozarte y anidar dormido en tu brazo.
Ojalá un balanceo nos haga quedarnos dormidos esta noche,
y que las que vengan tengan que esperar.

Solo cayendo sueño, siempre en diferido, que este cuadro no llora,
que no necesita de mi para ser bella, ella sola colapsa el cielo,
y mirar a la mar, y las estrellas, nevar se antoja feo.
Pero me mira cuando vuelvo a cabalgar las aceras con el trote que me vio nacer,]
a la vez la miro y el frío se me hace más cómodo, menos muerte.
Prometí a mis muertos dedicar mi ser entero al mundo.

No me preocupo cuando siempre siembro mis pies a un lado
de la calzada que cruza una ciudad oscura en luna llena,
cuna de cultura y saber a la vez que de odio y muerte.
En mi tapia no encontrarás marca alguna de balas rotas,
aún que si podrás verlas en mis dentelladas al cuervo y su luna.

Así, de este cuerpo coge lo que quieras si es que me vas a leer,
de arriba a abajo, página a página y muérdeme el cuello,
yo no querré despedirme y tu te agarrarás a mi brazo, aunque te aviso,
si no me sueltas, la caída en picado contra las rocas podría matarnos.
Yo no querré soltarte, espero que tampoco te importe que seamos,
dos animales con alas rotas quedándose dormidos,
mecidos por el viento más cabrón.



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