rompías el silencio con tu risa.
Como el eco iba y volvía mil y una veces.
Ahí fui tuyo.
Nuestro mejor plan era volar, aún sin alas,
y estrellarnos en el suelo, para ser nadie.
No queríamos otra cosa, ¿verdad?
Ahí los dos fuimos nuestros.
Intentamos ser, y fuimos.
Vimos al resto despegar y estrellarse,
y aún así quisimos intentarlo.
Ahí nos condenamos.
Quizás tratar de alcanzar los pasos rotos,
nos demuestra que, como humanos, no podemos,
o no debemos, ser nada más que polvo en el viento.
Y aquí ya ninguno es del otro.
Aleks Ginsberg "La noche siempre da la razón" |
Cuando parece que todo lo bueno se va con un hasta luego, un no me hables y un ya nos veremos.
ResponderEliminar