2 jun 2016

Tres millones de abrazos valen menos que medio adiós.

Siempre encontré admiración en como
rompías el silencio con tu risa.
Como el eco iba y volvía mil y una veces.
Ahí fui tuyo.

Nuestro mejor plan era volar, aún sin alas,
y estrellarnos en el suelo, para ser nadie.
No queríamos otra cosa, ¿verdad?
Ahí los dos fuimos nuestros.

Intentamos ser, y fuimos.
Vimos al resto despegar y estrellarse,
y aún así quisimos intentarlo.
Ahí nos condenamos.

Quizás tratar de alcanzar los pasos rotos,
nos demuestra que, como humanos, no podemos,
o no debemos, ser nada más que polvo en el viento.
Y aquí ya ninguno es del otro.

Aleks Ginsberg "La noche siempre da la razón"

1 comentario:

  1. Cuando parece que todo lo bueno se va con un hasta luego, un no me hables y un ya nos veremos.

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