5 dic 2016

Retrato de mi autoconcepto.

Desde siempre alto y siempre fuerte,
cicatrices en los brazos y rodillas.
que recuerdan caídas, historias,
y haberse rozado al vivir con el cemento.

La cara enmarcada de betún y nieve rizada:
Una barba espesa y larga que flojea
en un bigote algo menos enredado.
Y el pelo indomable si no es a tijera.

Dientes rectos a base de raíles que arañan.
Unos ojos miopes encerrados en su calavera,
de un marrón normal y blanco roto.
De sonrisa fácil y no por eso bonita.

Siempre riendo y feliz para otras caras,
ocultando lo negro muy dentro de su pecho.
Escondido entre libros y versos intenta
ser como sus escritores y poder volar.

La voz grave y tartamuda que sale fuerte,
y sin embargo no desagrada si es en susurro,
a corta distancia y entre sábanas y abrazos.
Alguien fácil de escuchar y no siempre de entender.

Cada día más valiente y aún así cobarde.
Con unas ganas de vivir que no le hacen justicia,
a los años que con canas llegan y se quedan,
sobre una estampa aún fuerte y ancha.

En la oreja un pendiente que a veces olvida,
un anillo perdido en  Noruega en la mano derecha,
los muslos marcados de ebriedad y reto,
y en el cuello siempre algún colgajo.

Marcos Gomet, retrato de Aleks

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