Su cadera me atosiga,
y mis huesos truenan.
La quiero para mi,
pero soy de ella.
Le miro los labios,
ella los muerde.
Mis manos la agarran,
que no se me escape.
Le pido que se quede,
ella me dice que no puede.
La agarro más fuerte,
y ya se fue.
Esa alegría cuando viene, y la nada que deja al marcharse.
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