andares de hielo por los adoquines
y ginebra con caño de montaña.
Tornados de vaho en un coche blanco.
Hace frío, pero se necesita fumar para hablar,
hasta agotar los vasos antes del primer café.
Y ver amanecer con todos sus colores y formas.
Hasta que el sol nos haga daño y caliente nuestros pies,
fríos de vivir sin freno y sin sueño por las calles.
Pero aún así nunca temblar de frío, siempre de vida,
que nos recorre la espina y se nota en los dedos:
El cansancio siempre se va cuando cae la primera pinta.
Brindar, brindar y volver a brindar,
en frente del espejo con los nudillos sobre el cristal.
Brindar por un poquito más de noche al final.
Aleks Ginsberg "Amaneceres II" |
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